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Un cierre que une pasado y presente de la mano de Kelly Rowland y Michelle Williams
Entretenimiento28 de julio de 2025 María Reneé M.Cuando parecía que el último acorde del Cowboy Carter Tour marcaría el final de una era, Beyoncé cambió el rumbo con un gesto tan inesperado como poderoso: subir al escenario a Kelly Rowland y Michelle Williams, sus compañeras de Destiny’s Child. El público estalló, no solo por la sorpresa, sino por la carga simbólica de ese reencuentro. ¿Qué se activa en el corazón del espectáculo cuando las raíces se hacen presentes?
Nacido en Houston en los años 90 bajo el nombre Girl’s Tyme, el grupo mutó hasta convertirse en Destiny’s Child, firmando contrato discográfico en 1997. En su alineación original estaban Beyoncé Knowles, Kelly Rowland, LaTavia Roberson y LeToya Luckett. El éxito no tardó en llegar, pero tampoco las diferencias internas: en el año 2000, LaTavia y LeToya salieron del grupo y entraron Michelle Williams y Farrah Franklin, aunque esta última tuvo una corta estancia.
Con esta nueva formación —Beyoncé, Kelly y Michelle— se consolidó el trío definitivo que marcó una época. Su álbum The Writing’s on the Wall fue un fenómeno, con éxitos como “Bills, Bills, Bills”, “Say My Name” y “Jumpin’ Jumpin’”. Luego vino Survivor, y con él, himnos como “Independent Women” y “Bootylicious”. Destiny’s Child no solo vendió más de 60 millones de discos en el mundo, sino que se convirtió en un símbolo de empoderamiento femenino afrodescendiente y una referencia del R&B global.
Desde el inicio, Beyoncé brillaba con luz propia: su voz, su presencia escénica y su disciplina eran evidentes. Apoyada por su padre y entonces mánager Mathew Knowles, su salida del grupo fue vista más como un paso natural que como una ruptura.
En 2003, Beyoncé lanzó Dangerously in Love, su primer disco como solista. Con él llegaron los Grammys, los números uno en Billboard y una nueva identidad artística que la llevaría a ser considerada una de las artistas más influyentes del siglo XXI. Mientras tanto, Kelly y Michelle también siguieron sus caminos en la música, el teatro y la televisión, construyendo trayectorias propias, con altibajos, pero siempre con dignidad.
El pasado 26 de julio de 2025, en el Allegiant Stadium de Las Vegas, Beyoncé cerró su gira Cowboy Carter Tour y sorprendió al público con la aparición de Kelly Rowland y Michelle Williams. El trío revivió la energía de Destiny’s Child con interpretaciones impecables de “Lose My Breath”, “Say My Name” y “Survivor”. Vestidas de dorado y con una sincronía que parecía no haber perdido vigencia, regalaron un momento mágico que resonó en redes y medios de todo el mundo.
“Destiny’s Child, bitch!”, gritó Beyoncé con humor y poder antes de subir a escena, encendiendo al estadio completo. Fue más que un reencuentro musical: fue una declaración de amor, de historia compartida, de lealtad.
Además, en esa misma noche participaron artistas como Shaboozey, Jay-Z y la propia Blue Ivy, hija de Beyoncé, consolidando un show cargado de símbolos, generaciones y emociones.
El reencuentro de Destiny’s Child no fue solo un regalo para los fans, sino un acto de reconciliación con el pasado, un homenaje a la hermandad que sigue viva más allá del tiempo y de las carreras individuales. Para Beyoncé, fue la oportunidad de agradecer a quienes estuvieron ahí desde el inicio. Para Kelly y Michelle, una reivindicación pública de su lugar en la historia de la música.
Esta aparición recordó al mundo por qué Destiny’s Child sigue siendo relevante: por su mensaje de fuerza, independencia y unidad femenina. En un momento donde las divisiones abundan, verlas juntas fue un símbolo de lo que se puede sanar, reconstruir y celebrar.
Destiny’s Child no es solo un grupo musical. Es una narrativa de resistencia, evolución y hermandad. El cierre del Cowboy Carter Tour lo demostró: Beyoncé no solo cerró una gira, abrió un portal al pasado que aún vibra con fuerza. Y lo hizo de la forma más elegante, poderosa y emocional posible: compartiendo el escenario con quienes estuvieron en el origen de todo.
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