Adriana Abascal debuta en la realeza europea con príncipe italiano

De heredera del Tigre Azcárraga a musa de la nobleza italiana, Adriana Abascal deslumbra en la realeza europea junto al príncipe de Saboya

Realeza16 de julio de 2025 María Reneé M.
Adriana y principe
Adriana Abascal debuta en la realeza europea con príncipe italiano

Adriana Abascal no necesita presentación, pero su historia merece ser contada. Nacida en Veracruz, conquistó al país en 1988 cuando fue coronada Señorita México, título que no solo la llevó a brillar en certámenes internacionales, sino que marcó el inicio de una vida envuelta en glamour, negocios y, ahora, nobleza.

Con su porte inconfundible y una inteligencia que va más allá de la pasarela, Adriana no tardó en convertirse en una figura reconocida en Europa. Pero su salto al entorno real no se dio de la noche a la mañana: detrás hay años de reinvención, una historia de amor y una conexión profunda con el linaje europeo.

El amor, la fortuna y una vida entre castillos

Adriana fue pareja del empresario mexicano Emilio Azcárraga Milmo, el poderoso dueño de Televisa, con quien compartió una etapa intensa y transformadora. Aunque su relación fue corta, su impacto fue duradero: al morir Azcárraga en 1997, Abascal heredó una importante parte de su fortuna. Sin embargo, lejos de quedar en la sombra de ese apellido, Adriana decidió construir su propio legado.

Durante años vivió entre París, Madrid y Nueva York, consolidándose como modelo, escritora y empresaria de moda. Su libro Una mujer, cada mujer mostró su pensamiento profundo sobre la feminidad y el poder interior.

Un encuentro digno de novela

Fue en Europa donde conoció al príncipe Manuel Filiberto de Saboya, heredero de una de las casas reales más antiguas de Italia. Se conocieron en un evento social en Mónaco, donde ambos coincidieron en una gala de beneficencia.

Lo que comenzó como una conversación sobre arte y cultura, pronto se convirtió en una amistad que, según fuentes cercanas, ha evolucionado en una relación más cercana y constante.

El reciente debut público de Adriana Abascal junto al príncipe en Capri, en una gala de la Fundación Arpad-Busson (filántropo francés), causó revuelo. Las imágenes de ambos, sonrientes, elegantes, caminando por la alfombra roja, dejaron claro que esta mexicana no es una invitada más: ha sido aceptada y admirada en uno de los círculos más exclusivos del Viejo Continente.

Adriana Abascal

Más que un vestido: el símbolo de una nueva era

El vestido de Adriana —un diseño italiano en satén negro con escote escultural y collar de diamantes— no solo marcó su estilo, sino su nueva posición social. Su presencia fue celebrada por revistas como Hola y Paris Match, que la destacaron como una figura clave en la nueva aristocracia cosmopolita.

Para muchos, esta aparición es el inicio de un nuevo capítulo donde se entrecruzan poder, belleza y diplomacia. No es casualidad que su acercamiento al príncipe Filiberto suceda cuando la Casa de Saboya busca modernizar su imagen.

Adriana representa esa mezcla entre tradición y vanguardia, lo clásico y lo global.

Adriana A

Hay quienes nacen con una corona, y hay quienes la construyen paso a paso, con determinación, visión y elegancia. Adriana Abascal es de estas últimas. Su historia nos recuerda que el linaje también se puede forjar con talento, resiliencia y la capacidad de reinventarse una y otra vez.

La realeza ya no se trata solo de sangre azul, sino de la capacidad de inspirar. Y en eso, Adriana lleva la delantera.

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