Naica, donde las brujas vuelan entre minas y cristales

Un pueblo minero en Chihuahua que guarda la leyenda más misteriosa del norte de México, donde la belleza de sus cuevas y el terror de sus mitos conviven en la oscuridad.

Mundo17 de octubre de 2025 Julia Zurita
naica
Naica, donde las brujas vuelan entre minas y cristales

En el pequeño pueblo de Naica, en el corazón del estado de Chihuahua, las luces se apagan temprano. A esa hora, dicen los lugareños, comienza “el vuelo de las brujas”. Las puertas se cierran con sigilo, los perros callan, y el aire parece volverse más denso. Es en ese instante, cuando la oscuridad se impone, que aparecen —según los relatos— bolas de fuego que surcan el cielo desde las minas y montañas cercanas.

Algunos aseguran que son almas condenadas. Otros, que son mujeres convertidas en brujas, guardianas de secretos ancestrales que emergen de las entrañas de la tierra.

Naica: el pueblo que brilla bajo tierra

Ubicado en el municipio de Saucillo, Naica es conocido por su vocación minera. Pero bajo sus pies esconde algo más impresionante que la plata o el plomo: la Cueva de los Cristales, un espacio subterráneo único en el mundo. Allí, a 300 metros de profundidad, se extienden colosos de selenita de hasta 12 metros de largo, bañados en un calor sofocante que puede superar los 58 grados Celsius.

La visión de esos cristales gigantes, brillando en la oscuridad, parece salida de un sueño —o de una pesadilla—. No es extraño que la gente del lugar haya sentido siempre que esa belleza tan sobrenatural debía tener un precio, o una explicación más allá de lo humano.

mina de cristales

El aquelarre invisible: las brujas que buscan mujeres para su clan

Las leyendas de Naica no se detienen en los destellos del cielo. Los habitantes más antiguos aseguran que las brujas no sólo aparecen como bolas de fuego, sino que bajan a los caminos polvorientos para buscar nuevas integrantes. Según los relatos, buscan principalmente a mujeres jóvenes, solitarias o con algún don especial —curanderas, parteras o soñadoras— a quienes atraen con voces que imitan a sus seres queridos.

Si alguna responde al llamado, desaparece por completo, y días después, los mineros dicen ver una nueva bola de fuego sobrevolando las minas: el signo de que una nueva bruja ha sido iniciada en el aquelarre. En Naica, ese destino no es sólo castigo, también es una transformación: el tránsito de la inocencia a lo prohibido, de la mujer común a la dueña de los secretos de la noche.

bruja

La leyenda de Monserrat: la joven que nunca regresó

Entre las muchas historias que circulan en Naica, hay una que todos conocen. Habla de Monserrat, una muchacha de 16 años que trabajaba en una panadería del pueblo. Una noche, decidió ir a contemplar la luna reflejada en un lago cercano. Pero se distrajo con su propia silueta danzando sobre el agua. Cuando escuchó las campanas marcar las 10:30, corrió de regreso… y jamás llegó a casa.

Algunos vecinos aseguran haberla visto después, con el cabello alborotado, la piel pálida y los ojos encendidos. Desde entonces, dicen que Monserrat se convirtió en una de las brujas que sobrevuelan Naica, atrapada para siempre entre el mundo de los vivos y el de los espectros.

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Ciencia, mito y miedo en las entrañas de la tierra

Hay quienes tratan de dar explicaciones científicas. Hablan de gases subterráneos que, al entrar en contacto con el aire, producen luces danzantes parecidas a fuegos fatuos. Pero para los habitantes del lugar, las brujas no son una metáfora: son una advertencia.

Las minas, con sus galerías interminables y sus ecos profundos, parecen respirar. Y en ese respiro, se mezclan los sonidos de la tierra con susurros que algunos juran haber escuchado.

La frontera entre lo natural y lo sobrenatural se difumina. Y Naica se convierte en un escenario donde la geología y la magia conviven sin pedir permiso.

cueva de las brujas

Entre el miedo y la identidad

En la entrada del pueblo, un cartel de bienvenida muestra dos figuras: un minero y una bruja. Es el símbolo perfecto de lo que Naica representa: trabajo y misterio, tierra y mito, ciencia y superstición.

Lejos de negar sus leyendas, los habitantes las han hecho parte de su identidad. Cada año, los visitantes llegan atraídos por ese aura mística que envuelve el lugar. Algunos buscan adrenalina, otros respuestas. Pero todos se van con la sensación de que en Naica, la noche tiene vida propia.

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Más que una historia, un espejo del alma

Las brujas de Naica no sólo representan el miedo al oscuro, sino la fuerza femenina, la energía ancestral que habita en la tierra. Su historia habla de lo oculto y lo prohibido, pero también de poder y resistencia. Entre las vetas de mineral y los destellos de cristal, el mito sigue vivo. Porque en Naica, incluso las sombras brillan.

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