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Los cambios no siempre hacen ruido, pero siempre dejan huella. Aprender a fluir con ellos es el verdadero acto de conciencia.
Sin filtro24 de junio de 2025 Georgina Pintado
La unica constante
Siempre escuchamos que la única constante en la vida es el cambio. Y aunque lo sabemos, lo repetimos y lo escuchamos por todos lados, la verdad es que a la mayoría de nosotros nos cuesta trabajo adaptarnos a esos cambios que llegan, grandes o pequeños, esperados o inesperados.
No necesariamente se trata de un cambio radical como mudarte de ciudad, cambiar de trabajo o terminar una relación. A veces, los más difíciles de asumir son los cambios sutiles, esos que se presentan poco a poco, casi imperceptiblemente: crecer, madurar, soltar, fluir.


Los cambios silenciosos
Esos cambios de los que casi nadie habla, pero que todos vivimos. Como mamá, papá, o simplemente como personas, los enfrentamos día a día.
Un día estás en una relación, y sin darte cuenta ya estás casado. Sigues con tu rutina, tal vez en automático, y de pronto tienes hijos. Tu vida cambia: ya no eres solo tú ni tú y tu pareja. Ahora hay personitas que dependen de ti, que se vuelven tu prioridad.
Pasan los años, y alguien te dice que disfrutes esa etapa porque es la mejor, porque tienes a tus hijos cerca, bajo tu protección. Y en un parpadeo… crecieron.
Les enseñaste a ser independientes, a no necesitarte. Y lo lograste.
Te llena de orgullo, sí, pero también duele. Porque aunque sabías que era el camino, no deja de ser un duelo silencioso.La unica constante
Siempre escuchamos que la única constante en la vida es el cambio. Y aunque lo sabemos, lo repetimos y lo escuchamos por todos lados, la verdad es que a la mayoría de nosotros nos cuesta trabajo adaptarnos a esos cambios que llegan, grandes o pequeños, esperados o inesperados.
No necesariamente se trata de un cambio radical como mudarte de ciudad, cambiar de trabajo o terminar una relación. A veces, los más difíciles de asumir son los cambios sutiles, esos que se presentan poco a poco, casi imperceptiblemente: crecer, madurar, soltar, fluir.
Esos cambios de los que casi nadie habla, pero que todos vivimos. Como mamá, papá, o simplemente como personas, los enfrentamos día a día.
Un día estás en una relación, y sin darte cuenta ya estás casado. Sigues con tu rutina, tal vez en automático, y de pronto tienes hijos. Tu vida cambia: ya no eres solo tú ni tú y tu pareja. Ahora hay personitas que dependen de ti, que se vuelven tu prioridad.
Pasan los años, y alguien te dice que disfrutes esa etapa porque es la mejor, porque tienes a tus hijos cerca, bajo tu protección. Y en un parpadeo… crecieron.
Les enseñaste a ser independientes, a no necesitarte. Y lo lograste.
Te llena de orgullo, sí, pero también duele. Porque aunque sabías que era el camino, no deja de ser un duelo silencioso.
Incluso si no eres madre o padre, también vives esos cambios diarios. En tu trabajo, en tus relaciones, en tu interior. Cambiar es parte de vivir. Cambiamos con las experiencias, con las pérdidas, con el paso del tiempo.
Vamos aprendiendo a vivir con ausencias, con transformaciones cada vez más profundas. Cambiamos con cada historia vivida, con cada emoción que nos toca.
¿Te has detenido a pensar en todos los cambios que has vivido a lo largo de los años?
¿O todavía vives en piloto automático?
Tarde o temprano, todos enfrentamos una situación que se convierte en un parteaguas. Con suerte, solo es una sacudida leve. En mi caso —y estoy segura que también en el de muchos— la pandemia fue esa movida de tapete. Un momento que nos obligó a detenernos, a observarnos y, si tuvimos suerte, a reaprender desde el amor.
Fui una de las afortunadas. Pasé ese tiempo cerca de quienes más amo, y aunque fue difícil, también me trajo muchos aprendizajes.
El cambio va de la mano del tiempo. Cada minuto, cada segundo, la vida se transforma.
Nada es igual, ni lo será.
Primero, aprender a vivir el momento, porque cada segundo que pasa no regresa.
Y segundo, aprender a vivir con conciencia, para crecer, adaptarnos y no despertar un día preguntándonos en qué momento todo cambió sin que nos diéramos cuenta.

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